INTERVENCIONISMO ESTADOUNIDENSE EN GUATEMALA

INTERVENCIONISMO ESTADOUNIDENSE EN GUATEMALA

Dulce Guatemala antigua
doble filo entre los mares,
el nuevo rostro del crimen
te invade. ¡Ay!
Duro, atiranta tus arcos
tenaz flechera del aire,
David, pastor y pequeño
abatió al monte más grande.
Tú, quetzal, David de América,
serás la más alta y grande.
Rafael ALBERTI.


E
l gobierno de Estados Unidos jugó un papel importante en la política doméstica de Guatemala durante años, proporcionando una asistencia económica substancial a la vez que un apoyo militar y de entrenamiento significante durante sucesivos regímenes. Como desarrolla Rothenberg (2012), desde mitad de la década de 1950 en adelante, a través de medios abiertos y encubiertos, Estados Unidos influyó significativamente en la política guatemalteca nacional como parte de una política exterior regional definida por la Guerra Fría. Estos esfuerzos vincularon el desarrollo económico con la ayuda militar, creando una amplia alianza política para combatir la propagación de las creencias comunistas. Aunque aparentemente favorecía la democracia, la naturaleza rígida de este enfoque llevó a Estados Unidos a apoyar gobiernos, en Guatemala y en otros lugares, que considerasen prácticamente cualquier oposición organizada a los intereses sociales y políticos dominantes como una amenaza fundamental para la seguridad nacional.
     Este documento comenzará desarrollando la intervención a gran escala contra el régimen de Árbenz puesto que este es el acontecimiento más relevante en cuanto a las relaciones Estados Unidos-Guatemala. A continuación, se hará un breve recorrido histórico desde los inicios de las relaciones entre ambos países, pasando por el golpe de estado programado por la Central Intelligence Agency (CIA), hasta la actualidad. Es decir, se analizará cómo han evolucionado las políticas de Estados Unidos dirigidas a Centroamérica y, concretamente, a Guatemala. Por último, se profundizará en el papel de Estados Unidos en el momento actual, exponiéndose la presencia de otros actores que derivan en la pérdida de “cuota de mercado” de la potencia norteamericana.
"La política de Estados Unidos hacia América Latina no ha buscado, fundamentalmente, asegurar las condiciones para la democracia en esta región, sino asegurar los intereses de los capitalistas", Bergquist. (Valdés Ugalde, 1954: 184)

1.     GOLPE A ÁRBENZ.
     En 1904, como parte de la política del gobierno de Theodore Roosevelt para lograr un ambiente pacífico en la región centroamericana durante la construcción del Canal de Panamá, las empresas norteamericanas empezaron a buscar negocios con los países centroamericanos. Una de ellas fue la United Fruit Company (UFCO), que además consiguió grandes concesiones del gobierno del licenciado Manuel Estrada Cabrera a cambio de financiamiento para su gobierno. Como se ha podido ver en el apartado de Historia, el papel de las empresas norteamericanas fue muy relevante desde este momento afectando tanto en el aspecto económico como en el político-ideológico.

A. SITUACIÓN PREVIA AL GOBIERNO DE ÁRBENZ.
     La época que siguió a la “política del buen vecino” del presidente Roosevelt (el segundo periodo de la posguerra, la era nuclear) estableció nuevas (y mucho más peligrosas) condiciones para la posición táctica de Estados Unidos hacia América Latina. Con la llegada de Eisenhower a la presidencia se buscaba asegurar al pueblo estadounidense un nuevo orden de posguerra que consolidara su dominación, tanto en el mundo como en su esfera natural de influencia. Éstos fueron también los años en que el macartismo[1] alcanzó su ofensiva más crítica contra la estabilidad institucional de su país, misma que inevitablemente se extendió al   proceso de construcción de la política exterior.
     El argumento de interés público en la cruzada ideológica: dudosa esencia democrática, pero prevalecía la necesidad de proteger la seguridad. En este caso, los “intereses de seguridad” significaban la preservación del área de influencia natural de Estados Unidos, lo cual comprendía, antes que nada, la defensa del derecho (ideológico) de imponer nociones discursivas de progreso, modernidad y civilización (con frecuencia a expensas del orden). Por tanto, lo económico (como extrapolación de lo ideológico) permanecía como la incipiente y máxima preocupación para la política de Estados Unidos en la región de Centroamérica (la teología de la seguridad).
     La prioridad en América Latina era defender la “integridad ideológica”. Este cálculo geopolítico concebía la integridad ideológica del orden político latinoamericano (y como resultado, la subsistencia del statu quo) como el principal interés en la formulación de política exterior. De este modo, cualquier alteración de la naturaleza del régimen político de los países subordinados aparecía como inaceptable para Estados Unidos, cuya reacción más común era la intervención.
     En el impacto que tuvo la Revolución de Octubre[2] dentro de los círculos de Washington el factor ideológico fue extraordinario para el subsecuente beneficio del American way. Aunque se intervenía en nombre de intereses económicos, esto servía como garantía para el mantenimiento de los sistemas ideológicos. La modernidad y el progreso dentro del ámbito de la esfera económica estaban pensados para llevarse a cabo en concordancia, y no en oposición aparente y real con el interés esencial de Estados Unidos. Por lo tanto, en el momento mismo en que se concibió y realizó la modernización en Guatemala como un proceso relativamente independiente, Washington se preparaba para organizar su desmantelamiento. Es decir, en mis palabras: cuando van por libre, Estados Unidos interviene. Ya lo había hecho previamente apoyando al dictador Jorge Ubico.
     Los extensos preparativos para llevar adelante el golpe contra Guatemala habían comenzado en los primeros años de la Revolución de Octubre con los diferentes intentos de derribar a Arévalo, pero estos fracasaron[3]. Las bases para la política en América Latina ya se habían concebido en el marco de la doctrina Truman[4]. En un principio la directiva NSC-68 y más adelante las directivas NSC-141, 144/1 y 5613/1 detallaban la tarea de Estados Unidos en América Latina en los siguientes términos: primero, búsqueda de “un desarrollo económico y político ordenado que haga a las naciones resistentes al crecimiento interno del comunismo y a la lucha política soviética”; segundo, búsqueda de “la solidaridad hemisférica en el apoyo a nuestra política internacional y la cooperación de las naciones latinoamericanas en salvaguardar el hemisferio a través de medidas de defensa individuales y colectivas en contra de la agresión externa y la subversión interna” (Valdés Ugalde, 1954: 261).
    Después de aplicar mecánicamente la doctrina de la represalia nuclear a una diversidad de situaciones desde los 50, la política exterior estadounidense (secretamente) desmanteló (en Guatemala, Cuba, Chile, Nicaragua y demás) aquellos movimientos nacionales relativamente autónomos ansiosos por promover el desarrollo de proyectos nacionales que buscaban establecer condiciones económicas para un desarrollo de largo plazo y bases institucionales para el progreso político. Por consiguiente, Guatemala fue uno más entre muchos casos que siguieron donde Estados Unidos invocó a los acontecimientos internos como la razón para llevar adelante la intervención, siendo el resultado de una persistente construcción de la realidad.
   Al mismo tiempo, tal política contribuyó, al menos en la región de América central, al resquebrajamiento de los precarios sistemas políticos (en Guatemala se hizo y se intentó en Cuba), y a la destrucción de la economía nacional y las capacidades económicas de estos países.
A pesar de que no había evidencia objetiva de que existiera influencia soviética directa en Guatemala (esto, aceptado por el propio Dulles[5]), el presidente Eisenhower decidió recibir el legado de Truman. Incluso antes de que la administración de Eisenhower comenzará a quejarse de que Guatemala se estaba yendo hacia el comunismo, hubo esfuerzos clandestinos por deshacerse de lo que se consideraba un mal ejemplo para el resto de los países de América Latina. Desde comienzos de 1950, los funcionarios de Truman convencidos de que se necesitaba una mayor participación en la situación de Guatemala, intentaron "establecer algunos medios por los cuales, sin arriesgar una identificación impropia, incluso de implicación, con cualquier movimiento en Guatemala en contra de Árbenz, pudieran tener un mejor control en la dirección del gobierno". (Valdés Ugalde, 1954: 221)
Immerman (1982) detalla la situación que se dio en el verano de 1952, cuando el presidente Truman discutió y aprobó un plan elaborado por el director de la CIA, Walter Bedell Smith, para fomentar la resistencia en contra de la Revolución de Octubre. Estados Unidos iba a armar clandestinamente a los guatemaltecos anti-Árbenz usando al dictador nicaragüense, Anastasio Somoza, como conducto. Con todo, a pesar del intento de conspiración, el gobierno de Truman no buscó, al final, derrocar a Árbenz. Dean Acheson y sus funcionarios del Departamento de Estado se oponían a la intervención y fueron capaces de detener cualquier plan que existiera para armar a los rebeldes.

B. GOBIERNO DE ÁRBENZ
     Visto en el marco de la historia de la Guerra fría, el asunto de Guatemala fue solo la primera expresión en América Latina de las políticas de este período, las mismas que ya habían sido probadas en otra región tiempo atrás. Hubo dos casos relevantes que vale la pena mencionar, puesto que tal vez fueron cercanos al de Guatemala. En 1953, Irán experimentó un golpe dirigido y organizado por la CIA contra el primer ministro Mohamed Mossadegh a favor del Retorno del Rey Mohamed Reza Pahleví. En Europa, Grecia enfrentó la intervención de Washington durante la guerra civil, 1946 a 1949, a la que se calificó de la proclamación formal de la guerra fría entre el mundo libre y las fuerzas del comunismo (Immerman, 1982).
     En el momento en el que la confrontación entre el Departamento de Estado de Estados Unidos (junto con la UFCO) y Árbenz comienza, el primero ya había hecho importantes alianzas dentro de Guatemala que con el tiempo demostraron ser útiles para los propósitos del golpe de estado. En esta misma época, la Reforma agraria de Árbenz había polarizado a la opinión pública y despedazado la coalición revolucionaria de 1944. Sin embargo, los rasgos más importantes de esta disputa apuntaban hacia un ámbito distinto de la vida pública guatemalteca: a la esfera ideológica y no a la económica.
     El primer paso a llevar a cabo era la cristalización de la opinión pública latinoamericana sobre la situación guatemalteca, donde se percibía un descontento en cuanto a la situación de Guatemala entre los responsables de la política exterior. La oportunidad se presentó el 18 de marzo de 1954 en la Décima Conferencia Interamericana de la OEA (Conferencia de Caracas[6]). En esta conferencia, y tomando ventaja de un notorio espíritu monroísta revivido[7], los discursos cuidadosamente redactados por Dulles tenían como objetivo construir un consenso entre las delegaciones latinoamericanas, con el fin de obtener una declaración colectiva contra la “intervención extranjera” (comunista) en el hemisferio occidental y urgir la adopción de una condena conjunta al comunismo. En la Conferencia de Caracas, los latinoamericanos, excepto por algunas delegaciones, no se atrevieron a oponerse abiertamente al mandato prearreglado que la delegación de Dulles impuso cuando se redactó la resolución final. Por lo tanto, este espacio tuvo gran utilidad a la hora de crear un clima adverso al reformismo en Guatemala. Posteriormente, otras maniobras de Estados Unidos llevaron al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas a desechar la solicitud realizada por Árbenz a esta organización internacional la noche del golpe final.

i.     Cuestión política: comunismo.
     Nada concluyente se había encontrado que vinculará a los comunistas guatemaltecos con Moscú. Con la sola excepción de Cuba desde 1959, y en alguna medida de Chile entre 1970 y 1973, ningún estado americano, menos aún Guatemala, se había encontrado en condiciones o anhelaba organizar un régimen comunista, por no mencionar erigir un Estado como el soviético. Concretamente, no había ninguna evidencia oficial por parte de la administración de Eisenhower que comprobara la penetración soviética en Guatemala.
    La decisión que tomó en 1954 el gobierno de Árbenz en Guatemala sobre la Reforma agraria, y aceptar la ayuda militar del bloque soviético[8], fueron motivos suficientes para ocasionar una respuesta magna de Estados Unidos.
    En la pesadilla de Eisenhower, el efecto dominó se iba a dar en dos direcciones: hacia el sur,    desde Guatemala hacia Panamá, poniendo en peligro la zona del canal; y hacia el norte, llevando el comunismo hasta el Río grande. Por ejemplo, Peurifoy[9] afirmaría que el gobierno del presidente Árbenz estaba controlado o dominado por los comunistas y que los comunistas que dominaban Guatemala estaban en ese momento dirigidos por el Kremlin; además, los comunistas de Guatemala intervenían continua y activamente en los asuntos internos de las repúblicas latinoamericanas vecinas en un esfuerzo por crear el desorden y derribar a los gobiernos establecidos y, por lo tanto esta conspiración comunista centrada en Guatemala representaba una amenaza para la seguridad de Estados Unidos.
     Los guatemaltecos respondieron a las acusaciones afirmando que Guatemala era un país democrático y que los comunistas podían ser mejor controlados en lo abierto, y que sus reformas, como la redistribución de la tierra, iban a minar la atracción del comunismo. Como ellos lo vieron, el tema fundamental entre Estados Unidos y Guatemala no era el comunismo sino la recalcitrancia de la UFCO.
    Árbenz, en el ámbito de la Reforma agraria, sí que recibió el apoyo comunista que, en contraste con los otros políticos, desarrollaban respuestas y planes en vez de problemas y constantes demandas. La lucha por la sanción y promulgación de la Reforma agraria se volvió una línea divisoria: los que se oponían eran enemigos del gobierno, y quienes la apoyaban – aunque solo fuese tibiamente – eran amigos. Los miembros de tendencia comunista del Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT) estaban convencidos de que el reformismo podía facilitar la transición de Guatemala del feudalismo hacia el sistema económico capitalista moderno, y de esta manera garantizar la estabilidad política del país. Árbenz no tenía un compromiso institucional con los comunistas, ni tampoco la intención de involucrarlos en las políticas de estado, más allá de organizar la Reforma agraria. No puso a ningún comunista en su gabinete, y no permitió comunistas en los departamentos clave como son el militar, la policía y el Ministerio de Relaciones exteriores.
     Guatemala no intercambió representantes diplomáticos con la Unión soviética, y tanto Arévalo como Árbenz apoyaron consistentemente las posiciones de Estados Unidos en temas tales como el conflicto coreano. Más aún, el gobierno retuvo las misiones militares estadounidenses.

ii.     Cuestión económica: la Reforma agraria y la UFCO.
       UFCO hizo un llamamiento al gobierno de Estados Unidos para que le ayudara a oponerse a las tendencias "comunistas" del régimen de Árbenz. La administración de Eisenhower vio a Árbenz a través de la lente de la ideología de la Guerra Fría, entendiendo sus políticas como una afrenta a un sistema económico que servía a los intereses nacionales y era un ejemplo de la creciente influencia de las ideas soviéticas en la región.
      Lo que despertaba gran preocupación eran los aspectos técnicos de la Reforma agraria promovida por Árbenz. La principal inquietud en torno al decreto 900 era que la ejecución exitosa de la Reforma fortalecería la autoridad del gobierno y el prestigio en el campo, lo que ofrecería a los comunistas una excelente oportunidad para extender su influencia sobre la población rural. Como expone Richard Adams (Valdés Ugalde, 1954: 187), el cambio en el campo en Guatemala supondría un despertar sociológico, abriéndose nuevos canales para la expresión de la satisfacción de las necesidades.
    Sin embargo, incluso con la expropiación de las tierras de la UFCO la economía guatemalteca permaneció ligada a Estados Unidos: Guatemala envío más del 80% de sus exportaciones al país del norte en ese periodo.
    Sin embargo, y sobre todo en este periodo, no podemos dividir economía y política como si fuesen dos compartimentos estancos puesto que están interrelacionados. Esto se ve claramente en que mientras que la guerra fría y la histeria anticomunista brindaron cobertura pública para la acción del gobierno en defensa de la UFCO, el personal de la UFCO facilitó a la Guerra Fría de la CIA la tarea de subvertir el gobierno de Árbenz ya que contaba con aliados importantes dentro de Guatemala, entre quienes destacaban las líneas duras dentro del ejército[10]. En Estados Unidos, funcionarios de alto rango del gobierno representaban indirectamente los intereses económicos de esta compañía puesto que muchos de ellos poseían acciones e intereses personales en relación a la misma[11]. El capitalismo de la posguerra no se concebía sin el apoyo táctico del gobierno central. Un equipo de grandes personalidades políticas que, desde los rangos de gobierno y el nombre de la seguridad nacional de la república, defendieron el derecho de neutralizar por medio de la fuerza la amenaza comunista en Guatemala.

C. ACCIONES CONCRETAS.
    La participación de Estados Unidos era secreta en los primeros días de la intervención militar, del 18 al 27 de junio de 1954. La operación encubierta de la CIA se denominó “Operación Solarium”. Esta iniciativa fue aprobada decididamente por Eisenhower quien designó a 18 funcionarios de seguridad nacional para que se reunieran durante varias semanas con el objetivo de establecer una estrategia para confrontar a la Unión Soviética. El producto inmediato fue una resolución para "emprender acciones agresivas selectivas de rango limitado adoptando riesgos moderados aunque progresivos de una guerra general, para eliminar las áreas dominadas por los soviéticos dentro del mundo libre y reducir el poder soviético en la periferia satelital" (Valdés Ugalde, 1954: 273).
     El primer resultado de este planteamiento fue PBSUCCESS (“porrazo”), cuya Operación fue criticada abiertamente por la prensa guatemalteca, la que reveló detalles sustanciales de la misma. El modelo de la Operación PBSUCCESS fue Ajax, el golpe de la CIA en Irán el año anterior, constituyendo los primeros triunfos en el campo de derrocar gobiernos. La técnica para el golpe implicaba volver al ejército en contra de Árbenz, con el objetivo de que abandonase el país (de ahí la importancia de bombardear la ciudad de Guatemala) y entonces instrumentar un golpe.
    Washington debía organizar un contramovimiento capaz de usar la fuerza de ser necesario, asentado en una república vecina colaboradora. En el diario de Berle[12] encontramos información clarificadora sobre este asunto: “Guatemala es un país poco amisto, nuestro propio pueblo – o el costarricense y el salvadoreño, que son amigos nuestros – deberían ir y organizarse en el país”, pero esto debería ser subterráneo. “En otros países cuyos gobiernos van a ser llamados a cooperar, la organización puede ser abierta y debe nacer de los nacionales de esos países”. “Se debe alcanzar un acuerdo total entre los gobiernos de Costa Rica, Salvador, Honduras y al menos algunos elementos poderosas en Nicaragua”. “El resultado debe ser una organización de un Partido de Defensa Democrática en las cinco repúblicas centroamericanas, que tenga como su primera tarea limpiar a Guatemala de los comunistas” (Valdés Ugalde, 1954: 278).
    Por lo tanto, el apoyo de los aliados regionales era decisivo. El registro histórico muestra que el complot estadounidense contra Árbenz fue lanzado desde y estuvo centrado en Managua. Washington tuvo el apoyo directo de Anastasio Somoza y el general Rafael Trujillo, los dictadores de Nicaragua y República Dominicana, y también del presidente de Honduras, Juan Manuel Gálvez. El golpe también obtuvo el apoyo del socialdemócrata José Figueres, quien más adelante sería presidente de Costa Rica.
    Esta situación se relaciona con la Operación WASHTUB, que consistió en implantar un depósito de armas soviéticas falso en Nicaragua para demostrar que Guatemala tenía nexos con Moscú. Finalmente, esta operación tuvo muy poca credibilidad. A continuación, la Operación Hardrock Baker se puso en marcha con el objetivo de bloquear el espacio marítimo de Guatemala.
     El desarrollo de dicho golpe, como exponen Schlesinger y Kinzer (2005), puede resumirse brevemente en las operaciones mencionadas hasta la renuncia de Árbenz el 27 de junio de 1954. Tras una breve junta de gobierno formada por Díaz, Sánchez y Monzón, se comienzan las negociaciones hasta llegar al nombramiento de Carlos Castillo Armas como presidente el 1 de septiembre de 1954.
     El golpe de estado desencadenó un reino de terror que involucró múltiples asesinatos. Los documentos desclasificados revelaron posteriormente que la embajada de Estados Unidos proporcionó asistencia directa al régimen militar que reemplazó al gobierno de Árbenz. El derrocamiento del presidente Jacobo Árbenz Guzmán daría fin al periodo revolucionario, también conocido como “los diez años de primavera” democrática en Guatemala.

D. CONCLUSIONES
     Debemos evitar la aplicación de un extremo reduccionismo en la explicación de esta situación puesto que ni el interés económico ni la supuesta forma de presencia del comunismo soviético pueden dar cuenta de la reacción de Estados Unidos en contra de Árbenz. Por otro lado, la Guerra Fría y su reflejo interno en Estados Unidos, el macartismo, estaban entonces en su periodo más intenso y eran un factor mayor en la determinación de ese proceder. El claro objetivo de política exterior de Estados Unidos seguía siendo el mismo: asegurar la observancia de la Doctrina Monroe en el hemisferio. Como se ha desarrollado a lo largo de este documento, los objetivos más cortoplacistas y concretos que sirven como justificación de sus acciones serían, por un lado, la defensa de los intereses de la UFCO; y, por otro lado, solucionar el problema central del comunismo.
     Sin embargo, tanto analistas como políticos, Eisenhower y Dulles entre ellos, terminaron aceptando que el régimen guatemalteco ni era una amenaza soviética en la región ni representaba un peligro real para la integridad continental y la seguridad nacional estadounidense. Mientras que el gobierno de Árbenz era reformista o progresivo, la probabilidad de la llegada de un régimen comunista al poder era virtualmente nula. Es decir, este régimen estaba destinado a ser convertido en una amenaza comunista para que la CIA pudiera legitimar y perseverar en la posición que había planteado.
    Además, la intervención en Guatemala no fue un acto aislado, sino más bien un apartado dentro de un fenómeno político y social más general. Es más, esta intervención pretendía establecer y asegurar una estructura esencial de la dominación estratégica. En este sentido, y a pesar de que la intervención haya tenido un fuerte contenido militar, particularmente en el nivel de su resultado, fue algo más que un acontecimiento militar: fue parte de los primeros pasos de un proceso político que ocurrió en la esfera regional y global. Por consiguiente, la importancia del caso Guatemala yace en el modo en que fue representado a través del prisma de las necesidades de seguridad nacional de Estados Unidos, la geopolítica de la seguridad. Pero también el resultado directo de esta política fue elemento de la presencia del componente militar en la política exterior de Estados Unidos puesto que la CIA aprendió en este país a derrocar a los gobiernos latinoamericanos. Este tipo de políticas prevalecieron varios años en la región como podemos ver en Cuba en 1961, donde no tuvo éxito, o en Chile en 1973, donde se desarrolló exitosamente. Este aspecto de la política exterior estadounidense es conocido como la "diplomacia del cañón".
    Otra consecuencia de la intervención a tener en cuenta sería el problema que contrapone democracia a autoritarismo. Como ya se ha mencionado, el golpe ratificó el retorno del autoritarismo a Guatemala y esto no era algo inesperado ya que los principales actores que desarrollaron las políticas a llevar a cabo en la región eran bastante conscientes del resultado autoritario que probablemente provocaría la intervención dentro del sistema político guatemalteco. Por ejemplo, Dulles estaba convencido de que los regímenes democráticos como el de Árbenz podían ser prescindibles mientras los dictadores fueran aliados confiables de Estados Unidos. En tanto estas dictaduras tuvieran una posición firme en contra del comunismo, las instrucciones de Dulles eran claras: “no hacer nada que los ofendiera, puesto que ellos son las únicas personas en quienes podemos confiar” (Valdés Ugalde, 1954: 254).
    Por lo tanto, Estados Unidos patrocinó el golpe en todas sus partes. Usó todo su poderío de Estado y exaltó el problema de Guatemala desde la construcción sociopolítica y discursiva[13] más allá de la realidad guatemalteca, por ejemplo, se buscaba: llevar a la "infección comunista" en Guatemala a su fin y expulsar al "rojo Árbenz" por el bien de la "integridad continental". Estados Unidos presentaría sus acciones como una "rebelión interna", a pesar su acción directa en el ámbito político, financiero, militar (ofreciendo entrenamiento) y, por último, con la asistencia estratégica de la CIA a "los luchadores por la libertad" que habían amenazado el gobierno de Árbenz desde su inicio (Valdés Ugalde, 1954: 249).

2.     EVOLUCIÓN DE RELACIONES.
    Guatemala y Estados Unidos establecieron relaciones por primera vez en 1824 cuando Guatemala era un miembro de la Federación de Estados Centroamericanos. Estados Unidos estableció relaciones con una Guatemala independiente en 1849.
     Sus relaciones normales fueron interrumpidas en junio de 1954 cuando, como ya se ha desarrollado, la CIA, preocupada por la amenaza del comunismo en Guatemala, ayudó al derrocamiento del gobierno encabezado por el presidente Árbenz, que había ganado las elecciones en noviembre de 1950. El 2 de julio de 1954, según un pacto concluido en San Salvador, una junta de cinco miembros encabezada por el coronel Elfego H. Monzón asumió el poder. Las comunicaciones entre el gobierno de Estados Unidos y el canciller guatemalteco, Carlos Salazar Gática, confirmaron la intención del nuevo gobierno de Guatemala de cumplir con las obligaciones internacionales en concordancia con los ideales estadounidenses. Por lo tanto, se reanudan las relaciones el 12 de julio de 1954 cuando el Secretario de Estado, Dulles, dio instrucciones a la Embajada de Estados Unidos en la Ciudad de Guatemala para que estableciera relaciones diplomáticas con el nuevo Gobierno de Guatemala. Al día siguiente, el Embajador Peurifoy informó al Ministro de Relaciones Exteriores, Salazar, del reconocimiento de Estados Unidos al nuevo Gobierno en Guatemala.
     A lo largo de la segunda mitad del siglo XX nos encontramos con diferentes acontecimientos, procesos y situaciones que afectarían estas relaciones. Por ejemplo, la guerra civil guatemalteca[14] o los famosos Procesos de Paz. Sin embargo, el papel de Estados Unidos en   Guatemala durante este periodo se mantendría bastante estable e inmutable.
     Como un ejemplo concreto, en respuesta a un terremoto devastador en Guatemala en 1976, el Congreso de Estados Unidos aprobó la Ley de Socorro y Rehabilitación de Guatemala para proporcionar socorro de emergencia, rehabilitación y asistencia humanitaria a este país “amigo”. Desde entonces las relaciones entre estos dos países han variado en su intensidad dependiendo de los gobiernos o Administraciones de ambos países pero nunca se han interrumpido sus relaciones de nuevo. De esta manera, Estados Unidos ha continuado su presencia tanto social y política, como económica siguiendo la ya mencionada noción de “destino manifiesto” y “Divina Providencia”.

3.     ESTADOS UNIDOS Y GUATEMALA EN LA ACTUALIDAD.
     En la actualidad, el compromiso diplomático de Estados Unidos y la asistencia a Guatemala se rigen por la Estrategia de Estados Unidos para el compromiso en América Central. Anunciada en 2015, la Estrategia es un esfuerzo multianual enfocado en todos los países de América Central para promover una región económicamente integrada que sea completamente democrática; brinde oportunidades económicas a su gente; goce de instituciones públicas más responsables, transparentes y eficaces, y garantice un entorno seguro para sus ciudadanos. El aumento de la migración irregular a Estados Unidos desde los países del Triángulo Norte de El Salvador, Guatemala y Honduras en 2014 fue solo un resultado de los desafíos de seguridad, desarrollo y gobernanza de la región que solo continuarán deteriorándose si no se abordan. La estrategia se centra en tres líneas de acción generales: primero, mejorar la seguridad ciudadana; segundo, promover el buen gobierno; y tercero, promover la prosperidad y la integración económica regional. La Estrategia respalda y complementa la Alianza para el Progreso (A4P)[15], una iniciativa conjunta adoptada por los Gobiernos de El Salvador, Guatemala y Honduras en 2014 para mejorar las oportunidades económicas para sus ciudadanos, el desarrollo del capital humano, la seguridad pública y el acceso al sistema legal; y fortalecer las instituciones gubernamentales.
     En las últimas décadas, Estados Unidos ha ido perdiendo cuota de poder frente a otros países que están consolidando su influencia en la región. Por este motivo, Estados Unidos se ha visto obligado a intensificar las acciones que ya estaba tomando anteriormente para no verse despojado del poder que su presencia en América Latina, y concretamente en Guatemala, le provee.
     El Departamento de Estado de Estados Unidos enumera los objetivos de política en Guatemala que incluyen:
-       Apoyar la institucionalización de la democracia y la aplicación de los acuerdos de paz[16];
-       Fomento del respeto de los derechos humanos y del estado de derecho, y aplicación de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG);
-       Apoyar el crecimiento económico de base amplia y el desarrollo sostenible y mantener relaciones comerciales y comerciales mutuamente beneficiosas, incluyendo asegurar que los beneficios del CAFTA-DR lleguen a todos los sectores de la población guatemalteca;
-       Cooperar para combatir el lavado de dinero, la corrupción, el narcotráfico, el contrabando de extranjeros y otros delitos transnacionales; y
-       Apoyar la Integración Regional de América Central mediante el apoyo a la resolución de disputas fronterizas / territoriales.
      En cuanto a las relaciones económicas, Estados Unidos es uno de los principales socios comerciales de Guatemala. Los dos países son parte del CAFTA-DR, que tiene como objetivo facilitar el comercio y la inversión y promover la integración regional mediante la eliminación de aranceles, la apertura de mercados, la reducción de barreras a los servicios y la promoción de la transparencia. CAFTA-DR contiene un capítulo sobre inversión similar a un tratado de inversión bilateral con Estados Unidos. Las exportaciones de Estados Unidos a Guatemala incluyen petróleo, productos agrícolas, artículos donados para socorro y envíos de bajo valor y maquinaria. Las importaciones de Estados Unidos desde Guatemala incluyen productos agrícolas, prendas de vestir, oro y plata.
      El Departamento de Estado de Estados Unidos dice que la mayor parte de la asistencia estadounidense a Guatemala se brinda a través de las oficinas de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) en Guatemala. El programa actual de USAID-Guatemala se basa en los logros del proceso de paz que siguió a la firma de los acuerdos de paz en diciembre de 1996, así como en los logros de su programa de paz 1997-2004. El programa actual trabaja para avanzar en los objetivos de política exterior de Estados Unidos centrándose en el potencial de Guatemala como la mayor economía de Centroamérica y socio comercial de Estados Unidos, pero también reconoce los indicadores sociales rezagados del país y la alta tasa de pobreza. Las tres áreas de enfoque para el programa de USAID-Guatemala se modelan según las áreas de la Cuenta del Milenio: gobernar con justicia, libertad económica e invertir en las personas.
      Según un sondeo de opinión mundial, el 82% de los guatemaltecos consideraron positivamente a Estados Unidos en 2002. Según el Informe de Liderazgo Global de Estados Unidos de 2012, el 41% de los guatemaltecos aprueban el liderazgo de Estados Unidos, con un 16% de desaprobación y un 43% de incertidumbre. Por lo que vemos una disminución de la imagen positiva de Estados Unidos en el país guatemalteco.
     El Departamento de Estado de Estados Unidos observa que la actividad delictiva violenta continúa siendo un problema en Guatemala, incluyendo asesinatos, violaciones, desapariciones y agresiones armadas contra personas de todas las nacionalidades. En los últimos años el número de crímenes violentos reportados por los ciudadanos de Estados Unidos ha aumentado constantemente, aunque el número de estadounidenses que viajan a Guatemala también ha aumentado.

Como ejemplos actuales del mantenimiento de la influencia de Estados Unidos en el país podemos encontrar el papel que juega como financiador y ejerciendo una presión social, política y económica para que se cumplan determinados requisitos en el ámbito interno. Por ejemplo, entre 2014 y 2015 Guatemala vivió una crisis política que derivó en la renuncia del presidente Otto Pérez Molina y la vicepresidenta Roxana Baldetti.
 Estas renuncias vinieron provocadas por un contexto donde Estados Unidos se inmiscuye en los asuntos nacionales de determinados países, entre ellos Guatemala, a través de la ya mencionada CICIG. Este es un órgano “independiente” creado por la Organización de Naciones Unidas (ONU) en 2006, justo en el momento en el que Rusia y China estrechan lazos de cooperación con varios gobiernos progresistas de Centroamérica. Actúa junto a la Fiscalía guatemalteca investigando actos de corrupción por parte de funcionarios y empleados públicos; y siempre ha contado con el respaldo de Washington.
 Según datos oficiales de Estados Unidos, ese país aportó más de la mitad del presupuesto para 2015, intentando de esta forma evitar su expiración. Además, puede iniciar procedimientos legales hasta reformar las leyes en los países donde actúe. Es por este motivo que existen analistas que consideran que la capacidad de reformar leyes convierte a la CICIG en una instancia injerencista.
     Además, en las últimas semanas, hemos visto como Guatemala ha sido de los únicos países en el mundo, y junto a Honduras los únicos en América Latina, en seguir la decisión tomada por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de “re-abrir” el proceso de traslado de su representación diplomática para Israel de Tel Aviv a Jerusalén, reconociendo así la capital del Estado de Israel en Jerusalén. De este modo, observamos cómo Guatemala se ve en una deriva internacional en la que debe apoyar a Estados Unidos en todas regiones y en sus posiciones relevantes en cuanto a conflictos, entre otros.



[1] En febrero de 1950, Joseph McCarthy, senador por Wisconsin, intervino —con un éxito inesperado— denunciando una conspiración comunista en el mismo seno del Departamento de Estado. Así se inició lo que sus oponentes denominaron «caza de brujas».
[2] movimiento cívico-militar ocurrido en Guatemala el 20 de octubre de 1944, efectuado por militares, estudiantes y trabajadores, que derrocó al Gobierno de facto del general Federico Ponce Vaides, dio lugar a las primeras elecciones libres en ese país, e inauguró un período de diez años de modernización del Estado en beneficio de las mayorías de clase trabajadora. La historiografía posterior ha denominado a dicho período como los «Diez años de primavera» o la «Edad de oro» de Guatemala,
[3] El 17 de noviembre de 1948, llegó a Guatemala el nuevo embajador de Estados Unidos, Richard Patterson. Los enemigos políticos de Arévalo esperaban al nuevo embajador para salvar a la nación amenazada por los comunistas que presuntamente su gobierno toleraba y hasta protegía. El embajador norteamericano se convenció de que era demasiado difícil someter a Arévalo, y optó, entonces, por un recurso que resultó tan inútil como lo habían sido ya todos sus intentos hasta el momento: conspirar para derrocarlo. Finalmente, no se consiguió.
[4] La Doctrina Truman fue una medida creada por Estados Unidos (a partir de 1947) que pretendía dar apoyo a "pueblos libres que están resistiendo los intentos de subyugación por minorías armadas o por presiones exteriores", ya que estos regímenes representaban una amenaza al capitalismo de Estados Unidos, siendo estas directrices de ferviente tendencia anticomunista dado el contexto en el que se hallaban, hasta el punto de un fanatismo persecutorio de cualquier movimiento en el marco de izquierda política. Se quiere luchar contra la propagación de la influencia soviética y, sobre todo, del comunismo en Europa Occidental.
[5] John Foster Dulles (25 de febrero de 1888 – 24 de mayo de 1959) fue un político estadounidense que fue secretario de Estado bajo el mandato del presidente Dwight D. Eisenhower entre 1953 y 1959. Fue una figura significativa en los primeros años de la llamada Guerra Fría, en especial en una lucha específica contra el comunismo internacional.
[6] El memorando secreto del 10 de febrero de 1954 del Departamento de Estado: "Guatemala y la discusión del comunismo en la décima Conferencia Interamericana" sentaba las bases para la confrontación ideológica en la Conferencia de Caracas.
[7] La Doctrina Monroe fue escrita por John Quincy Adams y presentada al Congreso de EEUU por Monroe en 1823. Esta doctrina consistía en que si los Estados europeos intervenían en América esto sería considerado un ataque hacia Estados Unidos. En 1845, James Polk la extiende como doctrina anticolonial y John O’Sullivan la relaciona con la noción de “destino manifiesto”. Esta noción describía la misión divina de Estados Unidos de propagar su sistema de democracia, federalismo y libertad personal, así como también promover el pensamiento de su nación en rápido crecimiento, que consistía en tomar en posesión a todo el continente norteamericano. En la actualidad, esta doctrina, sobre todo el concepto de “misión” norteamericana sigue presente en su función de dar a conocer y defender la democracia en todos los países del mundo. (Moreira Argudo, Alcívar Trejo y Calderón Cisneros, 2014).
[8] Embarque de armas provenientes de Checoslovaquia en el Alfhem (carguero sueco). Desembarcando en Honduras, Estados Unidos intentó evitar la llegada de este cargamento a Guatemala, pero falló. Después de la llegada del Alfhem, Estados Unidos llevó a cabo la Operación Caribbean Sea Frontier estableciendo patrullas aéreas y marítimas en el Golfo de Honduras, supuestamente “para proteger a Honduras de una invasión y controlar los cargamentos a Guatemala.” Para el 3 de junio, Estados Unidos había enviado armas por vía aérea a Honduras. Para el 18 de junio, había establecido un bloqueo total de armas contra Guatemala.
[9] John Emil Peurifoy (9 de agosto de 1907 - 12 de agosto de 1955) fue un diplomático estadounidense, un embajador en los primeros años de la Guerra Fría. Fue el embajador de Estados Unidos en Guatemala durante el golpe de Estado de 1954.
[10] A través de programas de entrenamiento y asistencia a los militares que sumaron 400 millones de dólares en los 50, Estados Unidos tuvo acceso a la casta militar latinoamericana, bastión del anticomunismo. Esto derivó en la construcción de grandes sistemas militares en las repúblicas latinoamericanas.
[11] Las conexiones de la United Fruit Company dentro de la Casa Blanca de Eisenhower conformaban una lista enorme. Como ilustra el caso Dulles, se daban vínculos directos y afinidades ideológicas entre muchos funcionarios del gobierno y la compañía.
[12] Adolf Augustus Berle, Jr. (27 de enero de 1895 en Boston, Massachusetts – 17 de febrero de 1971 en New York) fue un abogado, docente, autor y diplomático estadounidense, autor de The Modern Corporation and Private Property, un importante libro sobre gobierno corporativo, y asesor de Franklin Roosevelt como miembro de su "Brain Trust". Diseñó la Política de buena vecindad seguida por la administración Roosevelt hacia países latinoamericanos.
[13] La formulación, a través de un discurso ideológico producido dentro de una red de significados, de una idea de amenaza proveniente de un marco muy general de defensa del interés nacional. Este discurso tiene códigos de inteligibilidad a través de los cuales se clasifica las experiencias y se las dota de sentido por lo tanto estas no son propiedad de los individuos, sino que preexisten a cualquier individuo particular.
[14] En 1966 Estados Unidos envió armas, asesores y Boinas Verdes (operaciones especiales) para organizar una campaña contrainsurgente una vez que el conflicto nacional guatemalteco ya ha comenzado. VER MÁS: Apartado de “Historia de Guatemala” y “Proceso de Paz”.
[15] La Alianza para el Progreso (inglés: Alliance for Progress) fue un programa de ayuda económica, política y social de Estados Unidos para América Latina efectuado entre 1961 y 1970. Su origen está en la propuesta oficial del presidente John F. Kennedy, en su discurso del 13 de marzo de 1961 ante una recepción en la Casa Blanca para los embajadores latinoamericanos.
[16] El Departamento de Estado de Estados Unidos dice que Estados Unidos, como miembro de "Los Amigos de Guatemala", desempeñó un papel importante en los acuerdos de paz moderados por la ONU. Estados Unidos apoya firmemente los seis acuerdos sustantivos y tres de procedimiento que, junto con la firma del acuerdo final del 29 de diciembre de 1996, forman el anteproyecto de un profundo cambio político, económico y social. Con ese fin, el Gobierno de Estados Unidos ha comprometido más de 500 millones de dólares para apoyar la aplicación de la paz desde 1997.

Por: Carmen Fau Bailo

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